domingo, 6 de noviembre de 2011

Turbulencia (Final)

Era la una de la madrugada. Juan, el esposo de la señora, ya tenia todo listo para emprender el viaje. Subimos en la caja con otro grupo de personas, que también deseaban llegar a Toluca. En total éramos 6 personas. Juan y su esposa echaron después de nosotros algunas cajas que nos cubrirían en caso de que en el camino se encontrara con alguna patrulla de vigilancia y necesitaran echar un vistazo. Se escucho el motor y emprendimos el viaje. En unas cuantas horas estaríamos en casa de mi tía junto con mis primos, listos para planear el próximo plan.
   Mientras estábamos ahí  no dejaba de pensar en mi abuela y me preguntaba: ¿Ya habrían llegado aquellas personas por ella?, ¿A dónde la habrían llevado? o¿Por ser mujer y de la tercera edad la abran dejado estar tranquila en casa? De verdad espero que este bien.
    Ahí con nosotros viajaba otra familia, el papá, la mamá y una pequeña niña. Nos comentaron que ellos iban en busca de los padres de la señora, que vivían en el centro de Toluca. Fue lo único que platicamos con aquellas personas. De un momento a otro nos encontrábamos dormidos.
     La camioneta se detuvo y se abrieron las puertas de la caja. A todos se nos paralizo el corazón, nos asustamos mucho. Pensamos que era alguna patrulla que estaba realizado algún chequeo. ¡Pero no! Al escuchar la voz de Juan todos nos tranquilizamos. Juan nos pidió que todos cogiéramos una caja y nos la pusiéramos encima. Ya que por el radio le habían informado de que antes de llegar a el ultimo tramos de la carretera había un chequeo aleatorio de los autos y camiones que pasaban. Tomamos cajas y nos cubrimos como nos lo había pedido Juan. Después de muy poco tiempo se empezó a escuchar el sonido de las sirenas y las voces de la gente. Se escuchaba como le pedían a Juan que detuviera el vehiculo. El camión se detuvo, se escucharon voces y las puertas de la caja se abrieron.
       Se me detuvo el corazón  y contuve la respiración. Cerré los ojos rogando porque perdiera el interés en las cajas.  De repente  de afuera se escucharon unos gritos de una mujer que suplicaba que no se llevaran a su hijo. Aquella persona que se había subido a la caja, se bajo de un brinco y  por lo que escuche se dirigió hacia los gritos. Se cerraron las puertas y  nos pudimos quitar las cajas de encima. Se encendió el motor y seguimos en movimiento.
    Eso estuvo muy cerca, a casi nada de ser descubiertos y que el viaje se terminara. Todos comentaban lo sucedido. Como era posible que en nuestro propio país fuéramos tratados como unos ilegales. Ya no faltaba mucho para llegar a nuestro destino en una hora o menos estaríamos en casa de mi tía mas tranquilos. 

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